Manifiesto del Día Internacional del Niño con Cáncer 2016

8 RAZONES PARA LA ESPERANZA

Si hay algo que nos caracteriza a todas las niñas y los niños es la esperanza. Ser niño significa tener un largo camino por delante, tener infinitas posibilidades; ser niño es ser futuro. Todos los niños nacemos con la promesa de que existe un futuro para nosotros.

Los niños tenemos el mundo a nuestros pies. Algunos queremos ser científicos y artistas, o todo a la vez. Otros seremos los nuevos profesores, bomberos, abogados y los nuevos médicos. Pero los niños, lo mejor que tenemos, es que podemos soñar con ser cualquier cosa y llegar a serlo.

Por eso hoy 15 de Febrero, Día Internacional del Niño con Cáncer, niñas y niños de todas las partes del mundo pedimos que nuestro canto de esperanza se oiga más que nunca y para todos por igual. Desde hoy, queremos que las palabras «cáncer infantil» empiecen a sonar distinto, y para eso os damos ocho razones que si escucháis bien, teñirán de esperanza este duro camino que estamos recorriendo:

  1. Los niños tenemos derecho a disfrutar de la infancia y de la vida.
  2. Merecemos la oportunidad de luchar contra el cáncer sin miedo.
  3. No queremos depender de los recursos de nuestra familia ni de nuestro país de origen para poder curarnos.
  4. Los niños y adolescentes con cáncer no tendríamos por qué ser un problema de salud pública, sino una inversión de futuro.
  5. Todos nosotros merecemos una infancia justa. Necesitamos que las largas estancias en los hospitales y centros médicos sean más cortas y más fáciles de sobrellevar.
  6. Porque los niños no deberíamos sufrir si la sociedad sabe cómo evitarlo, como ocurre con los programas de gestión del dolor pediátrico y de cuidados paliativos.
  7. Los niños somos el futuro de cada nación.
  8. Y en definitiva, el futuro es responsabilidad del presente.

Así que todos nosotros, niños y adolescentes que han pasado o están pasando la enfermedad del cáncer, somos vuestra responsabilidad, la responsabilidad de todos.

Nosotros, niños y adolescentes con cáncer, hemos aprendido a necesitar una sola razón para vivir: la misma vida