Una semana más tarde, Carmen, la responsable de voluntariado de la Asociación, acudió al colegio para explicar a los pequeños la enfermedad de Ramiro. Lo hizo de una manera muy sencilla y didáctica, que resultara lo más comprensible para todos aquellos niños que estaban deseando saber lo que realmente le ocurría a su compañero. Apagaron las luces de la clase y Carmen encendió el ordenador y la pantalla de la clase cobró vida con la siguiente historia…